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feb.

10 cosas que ver en Milán

Centro neurálgico del Norte de Italia, punto de referencia mundial de arte, moda, arquitectura e historia, pilar de la economía y de la finanza del país: Milán es prácticamente la segunda capital de Italia. Sus monumentos más famosos, junto con los eventos que la animan cada día del año y sus platos típicos - en particular, la chuleta milanesa -, están grabados en el imaginario común no solo de los ciudadanos, sino también de los turistas que contribuyen a que sea una de las ciudades más visitadas del mundo. La Galería Vittorio Emanuele, el Arco della Pace, los Navigli y la futurística Piazza Gae Aulenti, pasando por su Duomo, sus museos y las obras maestras inmortales que estos guardan (en particular, La Última cena de Leonardo da Vinci): aquí hay una lista de las 10 cosas que no te puedes perder en absoluto durante una visita a Milán.

1. El Duomo y la Galería Vittorio Emanuele

El Duomo de Milán es la iglesia más grande de Italia y el símbolo de la ciudad, un ejemplo magistral de arte gótico que se remonta a 1300 y que reunió a los más grandes trabajadores europeos en su construcción. Debajo del Duomo se encuentran unas antiguas excavaciones arqueológicas que se remontan a Santa Tecla, la basílica anterior, y al Baptisterio donde San Agustín iba a ser bautizado.  También sus terrazas se pueden visitar: entre sus agujas, ofrecen una vista espectacular a Milán y a la Madonnina de oro, estatua situada en la cima de la aguja más alta para proteger simbólicamente los milaneses y su ciudad.

No muy lejos de allí, la Galería Vittorio Emanuele une Piazza Duomo a Piazza della Scala (donde se encuentra el famoso Teatro della Scala). Conocida como el salón de Milán, es una galería comercial - una de las primeras en su género - construida en estilo neorrenacentista y salpicada de tiendas y locales elegantes, lugar de encuentro de la alta burguesía milanesa desde los tiempos de su construcción, en los años 60 de 1800. Una canción de finales de los años 30 recita que “Milan, l’è un gran Milan” (Milán es una grande Milán) y paseando por los letreros de sus tiendas históricas - rigurosamente negras con inscripciones doradas por ley - no es difícil entender por qué.

2. Parco Sempione y Castello Sforzesco

Hoy sede de los Museos Cívicos, durante los siglos el Castello Sforzesco fue fortaleza, corte y cuartel. Con su torreón central (llamado Torre del Filarete), tiene vista a Parco Sempione y en su interior se encuentran obras, entre las demás, de Leonardo y Michelangelo. Parco Sempione es en cambio un jardín inmenso en estilo inglés que se remonta a finales del siglo XIX que, con más de 47 hectáreas, bordea el Castello. El parque alberga la Triennale di Milano (y por ello está salpicado por obras de arte - el Teatro Continuo de Alberto Burri, los Bagni Misteriosi de Giorgio De Chirico, el Chiosco Scultura de Giorgio Amelio Roccamonte), pero también el Palazzo dell’Arte y el Acuario Cívico. Al lado de Parco Sempione se encuentra el neoclásico Arco della Pace, uno de los monumentos simbólicos de Milán. Una visita, aunque sea solo para relajarse en el prado o recorrer sus senderos arbolados, es imprescindible en cualquier época del año.

3. La Pinacoteca di Brera

El de Brera se suele considerar el barrio bohemio de la ciudad, y su punto principal es precisamente la Pinacoteca, un museo de arte antiguo y moderno de importancia nacional situado, junto con la Academia de Bellas Artes, dentro del Palazzo di Brera. En su interior, la Pinacoteca guarda obras maestras de arte italiana (Raffaello, Andrea Mantegna, Piero della Francesca, ma anche Boccioni, Modigliani, Carrà e Morandi) y extranjera (Rubens, Van Dyck, Hayez), una colección extensa y magistral que hace que sea uno de los museos más visitados de Italia.

4. La Última Cena de Leonardo da Vinci en el Museo del Cenacolo Vinciano

Obra magna que no necesitaría presentaciones, la Última Cena (o Cenacolo) es quizás la pintura mural más importante y famosa en el mundo.

Obra maestra de Leonardo da Vinci, - el hombre que, para Italia, es el símbolo del Renacimiento y la encarnación del genio absoluto - que lo realiza entre 1494 y 1498, el Cenacolo se encuentra en el Museo del Cenacolo Vinciano, en el refectorio del convento de Santa Maria delle Grazie. Debido a la técnica experimental de pintura utilizada, su conservación es constantemente dificultada por la humedad del ambiente en que se encuentra, y hace que la pintura esté sometida  a continuas intervenciones de restauración. A pesar de su fragilidad, la Última Cena es uno de los ejemplos de arte más altos de todos los tiempos: no os la podéis perder.

5. Los navigli

Técnicamente, los navigli son un sistema de canales proyectado por Leonardo da Vinci para facilitar la navegación de las embarcaciones entre Milán y Lago Maggiore, pero para los milaneses, la palabra navigli significa muchas cosas: tiendas, locales, restaurantes, mercadillos de antigüedades, vida nocturna, un ecosistema con un encanto romántico y desgarrador que se extiende entre la famosa Darsena (el antiguo puerto de Milán), las puertas Genova y Ticinese, los llamados Naviglio Grande y Naviglio Pavese. Un rincón de Milán auténtico pero ecléctico, apartado pero abierto al mundo, que merece ser explorado con una calma que la ciudad se concede demasiado raramente.

 

6. El Bosco Verticale

El Bosco Verticale, un proyecto de Boeri Studio, es un edificio que aspira a establecer, con su estructura arquitectónica singular, la coexistencia entre humanidad y naturaleza: el resultado es un ejemplo vanguardista de bosque urbano que cada año absorbe más de 30 toneladas de dióxido de carbono y guarda un patrimonio inestimable de biodiversidad. En unos pocos años (se inauguró en 2014), el Bosco Verticale se ha convertido en uno de los palacios más pintorescos del perfil urbano: una auténtica revolución en el paisaje urbanístico milanés.

7. El Museo del Novecento

Situado en Piazza Duomo, en el Palazzo dell’Arengario, el Museo está dedicado - justamente - al arte italiano del siglo XIX. Colocadas en orden cronológico, las obras que guarda, casi cuatrocientas, cuentan el arte contemporáneo del país y de todo el siglo pasado: el Futurismo de Carrà, Boccioni e Balla, la metafísica de De Chirico, pero también Giorgio Fontana, Giorgio Morandi, el Arte Povera y el Espacialismo de Lucio Fontana. Además de conservar la colección permanente, el Museo incluso desempeña la función de archivo y en ocasiones organiza exposiciones temporales.

8. Piazza Gae Aulenti

Piazza Gae Aulenti es una plaza ubicada en el barrio Isola, dedicada a la memoria de la homónima arquitecta y adyacente al animado y frenético Corso Como, uno de los epicentros de la vida milanesa. En la plaza, un claro circular y elevado de estilo futurista, destaca la Unicredit Tower, el rascacielos más alto de Italia. Un ejemplo de potencia arquitectónica que representa la Milán moderna.

9. La Basilica di Sant’Ambrogio

Segunda por importancia solo tras el Duomo, la Basilica di Sant’Ambrogio está dedicada al Santo Patrón de Milán y es el primero - y también el más relevante - ejemplo de románico lombardo en Italia. Construida entre 379 y 386, logra su aspecto actual en el año 1000, después de una restauración que la transforma según los cánones del románico. En su cripta se guardan las reliquias de San Ambrosio y de los santos Gervasio y Protasio.

10. Citylife

Nacido en ocasión del Expo 2015, CityLife es un complejo comercial y residencial que pertenece al barrio milanés Tre Torri, así llamado por la presencia de tres rascacielos-símbolo de la estructura peculiar: el Storto “torcido” (o Torre Generali), proyectado por Zaha Hadid, el Dritto “recto” (o Torre Allianz) de Arata Isozaki, y el Curvo “curvo” (o Torre Pwc) de Daniel Libeskind. Además de las torres y de las residencias lujosas de sus habitantes, CityLife - que un área completamente peatonal - consta de un parque, un centro comercial, unos palacios (entre los cuales el mastodóntico Palazzo delle Scintille) y Artline, un recorrido al aire libre caracterizado por instalaciones permanentes de arte contemporáneo.

Qué comer en Milán? Los platos típicos

Un eslogan publicitario muy conocido en Italia identifica una cierta época (y actitud - hedonista, individualista e inescrupulosa) de la ciudad bajo el nombre Milano da bere (“Milán para beber”). Pero los años 80 acabaron desde hace tiempo, y en la ciudad no solo se bebe, del Amaro Ramazzotti al spritz en Terrazza Aperol. El risotto a la milanesa con azafrán y ossobuco, la chuleta “oreja de elefante”, la cassœula a base de cerdo y repollo y, para concluir, el panettone: Milán es sinónimo también de platos llenos de comida y una tradición culinaria que, a pesar de las tendencias cosmopolitas de la ciudad, nunca se ha perdido.

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